domingo, 2 de diciembre de 2007

La Infalibilidad

La infalibilidad es un atributo necesario de los Profetas. La palabra original en árabe traducida aquí como infalibilidad es isma, lo que significa “protección, ahorro o defensa”. En el Corán aparecen varias derivaciones de esta palabra. Por ejemplo, cuando el Profeta Noé pidió a su hijo que subiera al Arca, le contestó: Me refugiaré en una montaña que me proteja del agua. Le contestó Noé: Hoy nadie podrá escaparse de la orden de Allah (11:43).
La esposa de un alto funcionario egipcio, llamada Potifar en la Biblia (Génesis 39:1), usa la misma palabra: procuré seducirlo, pero él se mantuvo firme en su pureza (12:32). El Corán llama a los creyentes a agarrar la cuerda tendida por Allah-el Corán y el Islam-utilizando la misma palabra de una forma diferente: Aferraos todos juntos a la cuerda de Allah y protegeos–de ser divididos-(3:103). Otra vez, vemos la misma palabra en el verso: Allah te defenderá-te protegerá-de la gente (5:67).
La infalibilidad de los Profetas es un hecho basado en la razón y la tradición. Esta cualidad se requiere por varios motivos. En primer lugar, los Profetas vinieron para transmitir el Mensaje de Allah. Si comparamos este Mensaje con el agua limpia o con la luz (13:17, 24:35), el Arcángel Gabriel-quien lo trajo-y el Profeta–quien lo comunicó-también deben ser absolutamente puros. Si no fuera así, su impureza contaminaría el Mensaje. Cada error es una impureza, una mancha oscura en el corazón. Los corazones o las almas de Gabriel y del Profeta se parecen a espejos pulidos que reflejan la Revelación Divina a la gente, una fuente en la cual las personas sacian su sed para alcanzar la pureza, el agua Divina.
Cualquier punto negro en el espejo absorbería un rayo de aquella luz; una sola gota de barro volvería el agua turbia. Por consiguiente, los Profetas no serían capaces de entregar el Mensaje al completo. Sin embargo, ellos lo transmitieron perfectamente, tal como fue declarado en el Corán:
¡Mensajero! Haz llegar lo que te ha descendido de tu Señor. Y si no lo haces del todo, entonces no habrás transmitido el mensaje. Allah te protegerá de los hombres. Es cierto que Allah no guía a la gente incrédula (5:67).
Hoy he perfeccionado vuestra religión, he cul­minado Mi bendición sobre vosotros y he elegido el Islam como religión para vosotros (5:3).
En segundo lugar, los Profetas enseñan a su gente todas las órdenes y los principios de la creencia y la conducta. Para que la gente aprenda su religión en su pureza y verdad prístina y tan perfectamente como sea posible para asegurar su felicidad y prosperidad en ambos mundos, los Profetas deben representar y luego presentar la Revelación sin falta o defecto. Esta es su función como guías y buenos ejemplos a seguir:
Realmente en el Mensajero tenéis un hermoso ejemplo para quien tenga esperanza en Allah y en el Último Día y se empeñe en el constante recuerdo de Allah (33:21).
Hay un ejemplo excelente para ti en Abraham y en los que están con él... en ellos tenéis un hermoso ejemplo para quien tenga esperanza en Allah y en el Último Día (60:4-6).

Un Profeta puede hacer o decir sólo aquello que ha sido sancionado por Allah. Si pudiera, se arrepentiría incluso más allá de su presente vida. Por ejemplo, Abraham va a decir a los que se acerquen a él para pedir su intercesión en el Día del Juicio Final que vayan a Moisés, diciendo que él no puede interceder por ellos ya que habló por tres veces de forma alusiva en su vida.[1] Aunque eso no es un pecado, su arrepentimiento seguirá en el Más Allá.
En tercer lugar, el Corán ordena que los creyentes obedezcan las órdenes y las prohibiciones del Profeta, sin ninguna excepción y enfatiza que no corresponde a ningún creyente elegir cuando Allah y su mensajero han decidido ya algún asunto (33:36). Además advierte a los creyentes que lo que han de decir cuando Allah y Su Mensajero les juzguen es: Hemos oído y obedecido (24:51). La obediencia absoluta a un Profeta significa que todas sus órdenes y prohibiciones son correctas e irreprochables.
La Profecía es un favor tan grande, que los Profetas soportaban todo tipo de dificultades, mientras realizaban el deber de dar las gracias a Allah y siempre se preocupaban por no haberle adorado lo suficientemente. El Profeta Muhammad a menudo imploraba a Allah de la siguiente manera:
Alabado seas Tú. Nosotros no hemos sido capaces de conocerte como requiere tu conocimiento, Oh el Conocido. Alabado seas Tú. Nosotros no hemos sido capaces de adorarte como Tu adoración requiere, Oh el Adorado.
Los versículos coránicos que son a veces entendidos-equivoca­damente-como reprimenda para ciertos Profetas por algunas faltas suyas o mostrar que ellos buscan el perdón de Allah por algún pecado que cometieron, deben ser considerados desde este punto de vista. Además, el perdón de Allah no siempre significa que un pecado haya sido cometido. Las palabras coránicas afw (indulgencia) y maghfira (perdón) también significan un favor y bondad especial, así como la administración Divina, en el caso de haberse relajado o pasado por alto un deber religioso, como reza en los versos siguientes:
El que se vea obligado por hambre a comer de lo prohibido sin ánimo de transgredir debe saber que ciertamente Allah es Perdonador y Compasivo (5:3).
Si... no encontráis agua, procuraos tierra limpia y pasáosla por la cara y las manos. Es cierto que Allah es Indulgente y Perdonador (4:43).
En cuarto lugar, los pecados y el perdón tienen diferentes tipos y grados. Estos son: desobedecer mandamientos religiosos y su perdón; desobedecer las leyes de Allah sobre la creación y la vida y su perdón; y desobedecer las reglas de buenos modales o cortesía y el perdón del mismo. Un cuarto tipo, que no es un pecado, implica no hacer algo tan perfectamente como sea posible lo que es requerido por el amor a Allah y la proximidad a Él. Algunos Profetas pueden ha­ber hecho esto, pero estos actos no pueden ser considerados pe­ca­dos según la definición común.
El hadiz también muestra la infalibilidad del Profeta. Allah dice a Moisés: Deposité en ti amor procedente de Mí para que te criaras bajo Mi mirada (20:39). Entonces, ¿cómo es posible que cometa un pecado Moisés que fue educado por Allah y preparado para la misión de ser Mensajero?
Esto es válido para los demás Profetas también. Por ejemplo, el Mensajero de Allah dice sobre Jesús: “Satán no pudo tocar ni a Jesús ni a su madre en el momento de su nacimiento”. Jesús fue protegido desde su nacimiento hasta su ascensión a la Presencia de Allah:
Entonces María hizo un gesto señalando a Jesús. Preguntaron: “¿Cómo vamos a hablar con un niño de pecho?” Jesús dijo: “Yo soy el siervo de Allah. Él me ha dado el Libro y me ha hecho Profeta, me ha bendecido dondequiera que esté, me ha encomendado la oración y la purificación mientras viva y ser bondadoso con mi madre; no me ha hecho ni insolente ni rebelde. La paz estaba sobre mí el día que nací y estará el día de mi muerte y cuando sea devuelto a la vida” (19:29-33).
Jesús, como todos los Profetas, fue protegido del pecado desde su nacimiento. El Mensajero, mientras todavía era un niño y aún no un Profeta, quiso asistir a dos bodas, pero en cada ocasión fue vencido por el sueño.[2] Durante su juventud ayudó a sus tíos a reparar la Kaba llevando piedras. Como las piedras le hacían daño en los hombros, su tío Abbas le aconsejó que se envolviera los hombros con la ropa que cubría sus muslos para acolchar la parte que soportaba el peso de las piedras. Pero tan pronto como lo hizo, dejando sus muslos al descubierto, se cayó de espaldas y se quedó sorprendido. Apareció un ángel y le advirtió: “Esto no es propio de ti”,[3] para que más tarde él pidiera a la gente ser educada y que observara los modelos de conducta divinamente ordenados tales como cubrirse los muslos. Así fue protegido el futuro Profeta de los rituales pa­ga­nos y las prácticas de su gente.
El Mensajero de Allah dice que “todos los hijos de Adán cometen errores o se equivocan, y los mejores de ellos son los que cometen errores y se equivocan arrepintiéndose después”.[4] Eso implica que somos propensos a equivocarnos por naturaleza, pero no estamos condenados a cometer tales errores. Sea mediante la Voluntad de Allah y su protección especial o, como se va a explicar más adelante, mediante la Revelación del camino para librarse de los errores o pecados, incluso los santos más importantes que siguen con la misión profética pueden ser infa­libles sólo hasta un grado.
Allah promete proteger a lo creyentes que Le obedecen con el mayor respeto y que lleguen a ser dignos de Su protección, y dotarles con la habilidad de juzgar correctamente para que así puedan distinguir entre la verdad y la falsedad, lo correcto y lo incorrecto:
¡Vosotros que creéis! Si teméis a Allah, Él os dará discer­ni­mien­to, ocultará vuestras malas acciones y os perdonará. Y Allah es El del Favor Inmenso (8:29).
Allah hizo un pacto con los creyentes de que si ellos le obedecían y se esforzaban por exaltar Su Palabra, proclamando Su religión, Él les ayudaría y los afianzaría firmemente en la religión, protegiéndolos contra toda clase de desviación (47:7). Esta protección contra los enemigos y la posibilidad de cometer pecados dependen sustancialmente de cómo apoyen al Islam y cuánto luchen para extenderlo de modo que sólo Allah sea venerado y que no se le asocie nada semejante a Él ni en creencia o adoración, ni en la creación y las leyes del universo. Si los creyentes cumplen su promesa, Allah cumplirá la Suya (2:40); y si la rompen, Allah los castigará (17:8)
Allah protege a Sus siervos contra el pecado de diferentes formas. Por ejemplo, puede poner obstáculos en su camino e instalar una “precaución” en sus corazones, o incluso hacerles sufrir algunas heridas para que no puedan cometer pecados corporales. O puede hacerle a uno recitar un versículo, como pasó con un hombre joven durante el califato de Omar.
El hombre joven era tan estricto y atento en su adoración que hacía todas las oraciones en la mezquita. Una mujer que vivía cerca de allí se enamoró de él e intentó seducirlo. Aunque él se resistió a sus insinuaciones, llegó un momento en el que se acercó a ella. Justo en ese momento, sintió que estaba recitando: Los que temen a Allah, cuando una instigación de Satán los tienta, recuerdan al Todopoderoso y entonces ven con claridad (7:201). Abrumado de vergüenza ante Allah y por el gran amor que sentía hacia Él, que lo había protegido de cometer un pecado, cayó muerto. Cuando Omar se enteró de esto unos días más tarde fue a su tumba y gritó: ¡Oh joven hombre! ¡Para aquellos que teman el momento en el que comparezcan ante su Señor, habrá dos Jardines! (55:46). Una voz desde la tumba, o del joven o de un ángel en su nombre, contestó: “¡Oh Comandante de los creyentes! Allah me ha dado el doble de lo que tú dices”.[5]
Así es como Allah protege a Sus sinceros siervos. En un hadiz qudsi se dice[6]:
Mis siervos no pueden acercarse a mí a través de algo más loable que la realización de las obligaciones que les he impuesto. Aparte de aquellas obligaciones, ellos siguen acercándose a Mí por actos supererogatorios de adoración, hasta que yo los ame. Cuando los amo, seré los oídos con los que ellos oigan, los ojos con los que ellos vean, las manos con las que agarren y los pies con los que anden. Si ellos Me piden algo, se lo daré inmediatamente. Si ellos buscan el refugio de algo en Mí, los protegeré.[7]
Allah guía a Sus fieles siervos a lo correcto y los protege de la maldad. Los siervos quieren y hacen lo debido y se abstienen de lo malo. Le piden a Allah lo que es bueno y todo lo que desean se les provee. Ellos buscan el refugio en Allah y Él los protege según su petición.
Todos los profetas eran infalibles, no pecaban y vivían una vida completamente virtuosa. Aunque Allah mandó a numerosos Profetas, el Corán menciona específicamente sólo a veintiocho de ellos. Creo que sería apropiado aquí mencionarlos en las palabras de Ibrahim Haqqi, un erudito religioso turco del siglo dieciocho que también era un experto en anatomía y astronomía:
Algunos lo han considerado una prescripción religiosa para aprender los nombres de los Profetas. Allah nos informó de 28 de ellos en el Corán: Adán, Enoch, Noé, Job y Salih; Abraham, Isaac e Ismael, que iba a ser sacrificado en nombre de Allah; Jacob, José, Suayb, Lot y Juan el Bautista; Zacarías y Aarón, el hermano de Moisés que habló con Allah; David, Salomón, Elías y Job; Elisha, un pariente de Jesús, que era un espíritu de Allah; el Dhu Al-Kifl y Jonás, que era sin lugar a dudas un Profeta.
El Sello de los Profetas es el Amado del Señor, Muhammad, el Mensajero del Allah. Los eruditos no llegaron a un acuerdo en la Profecía de Ezra, Luqman y Dhul al-Qarnayn. Algunos los consideraron como profetas mientras que otros los consideran santos de Allah.

[1] Muslim, “Iman” 326.
[2] Ibn Kazir, Al-Bidaya, 2:350-51.
[3] Bujari, “Hayy” 42; Ibn Kazir, “Al-Bidaya” 2:350.
[4] Tirmizi, “Qiyama” 49; Ibn Maja, “Zuhd” 30.
[5] Ibn Kazir, “Tafsir” 3:539.
[6] Un dicho profético cuyo sentido viene directamente de Allah.
[7] Bujari, “Riqaq” 38; Ibn Hanbal, 6:256.

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