Los libros fidedignos del Hadiz contienen aproximadamente trescientas predicciones. He aquí algunas de ellas:
• Bujari y Muslim relatan de Usama: Un día yo estaba con el Mensajero de Allah sobre el tejado de una casa alta de Medina. Él echó un vistazo a su alrededor y me dijo: “Puedo ver acontecimientos sediciosos y conflictos internos diluviando entre vuestras casas”.[1]
Omar temía que el desorden y la sedición pudieran aparecer en la comunidad musulmana. Un día, durante su califato, Omar preguntó sobre estas amenazas a Huzayfa ibn al-Yemeni a quien el Mensajero había revelado cosas secretas tales como hechos del futuro y quiénes eran los Hipócritas. Él respondió: “No tienes nada que temer. Hay una puerta entre tú y ellos”. Omar preguntó si la puerta se abriría o sería echada abajo. Cuando Huzayfa respondió que la puerta sería derribada Omar exclamó: “Entonces, nunca se cerrará otra vez”. Omar era la puerta entre la Umma y la sedición.[2] Después de que él muriera apuñalado por un traicionero esclavo persa, la comunidad musulmana recibió un golpe mortal. Desde ese día, el mundo musulmán ha sufrido la discordia y la sedición.
• Bujari y Abu David citan a Habbab ibn Arat: Durante los días de sufrimiento y tortura en La Meca, fui a ver al Mensajero de Allah mientras descansaba a la sombra de la Kaba. Yo era todavía un esclavo, y los mequíes me castigaban con severidad. No podía soportarlo más y le pedí que suplicara a Allah su ayuda y salvación. Pero él volvió la mirada hacia mí y me dijo: “Juro por Allah que las comunidades anteriores soportaron mucho más que esto. Obligaron a algunas personas a tenderse en zanjas y luego fueron cortadas por la mitad. Esto no les hizo abandonar su fe. Fueron degollados vivos, pero nunca se hicieron débiles contra el enemigo. Allah perfeccionará esta religión, pero vosotros sois impacientes. Vendrá un día en que una mujer viajará sola desde Sanaa hasta Hadramut y no temerá nada más que a las bestias salvajes. Sin embargo, aún no tenéis paciencia”.
Habbab concluyó: “Juro por Allah que lo que el Mensajero de Allah había predicho ese día se hizo realidad. Fui personalmente testigo de todo ello”.[3]
• Durante su última enfermedad, el Mensajero de Allah llamó a su hija Fátima a la cabecera de su cama. Él le susurró algo al oído, y ella se echó a llorar. Él la llamó otra vez y le susurró algo más. Esta vez ella demostró gran alegría. Aisha, al verlo, le preguntó a Fátima sobre ello. Al principio, Fátima dijo: “Es un secreto que pertenece al Mensajero de Allah”. Pero después de la muerte del Profeta, Fátima le dijo: “La primera vez que dijo que él moriría de aquella enfermedad, me hizo llorar amargamente. Entonces él dijo que yo sería el primer miembro de su familia en reunirse con él después de su muerte, y esto me hizo muy feliz”. El Profeta murió de aquella enfermedad y Fátima se reunió con él tras su muerte seis meses más tarde. La muerte del Mensajero de Allah la emocionó tan profundamente que ella misma expresó su pena en los siguientes versos[4]:
¿Qué necesita más quien ha olido la tierra de la tumba de Muhammad?¿Alguien necesita realmente el olor de algo más?He sido golpeado por infortunios tales,que si hubieran caído sobre los días,se habríanconvertido en noches.
• Como se dice en la mayor parte de los seis libros auténticos del Hadiz, un día el Mensajero de Allah, cuando estaba sobre el púlpito abrazó a su nieto Hasan y declaró: “Este hijo mío es noble. Espero que Allah reúna a su alrededor a dos grandes anfitriones de los musulmanes”.[5] Hasan sí era una persona noble. Aproximadamente treinta y cinco años después de esta predicción, renunció al califato en favor de Muawiya, demostrando así la veracidad de su noble abuelo.
• Un día el Mensajero puso su mano sobre la cabeza de Abdallah ibn Busr y dijo: “Este muchacho vivirá cien años, y estas verrugas de su cara desaparecerán”.[6] Abdallah vivió cien años y murió sin verrugas en la cara.
Como queda referido en casi todos los libros del Hadiz y de la biografía del Profeta, los musulmanes hicieron una zanja alrededor de Medina durante la Batalla de la Zanja. El Profeta participó en este trabajo y de vez en cuando rogaba para levantar la moral a sus Compañeros: “¡Oh Allah! La verdadera vida es la vida del Más Allá, así que perdona a los Ayudantes y los Muhayirun-los Ayudantes y los Emigrantes-”.[7] Sus Compañeros respondían con entusiasmo: “¡Oh Allah! Si no existieran Tu ayuda y Tu gracia, no podríamos encontrar el Camino Recto, pagar el zakat y hacer el salat. ¡Envíanos serenidad y haznos mantenernos firmes si nos encontramos con el enemigo!”[8]
Mientras hacían la zanja, una roca enorme quedó al descubierto. Los Compañeros no pudieron quitarla y llamaron al Mensajero de Allah. Él vino con una palanca y una piqueta y empezó a romperla. Cada golpe produjo una chispa y por la inspiración de Allah, predijo una conquista futura: “Me han sido dadas las llaves de Bizancio; otorgadas me han sido las llaves de Persia; también me han sido concedidas las llaves de Yemen”[9] y siguió así. Veinte años más tarde Persia y grandes extensiones del Imperio Bizantino pasaron a manos de los musulmanes, gracias al brillante liderazgo de Jalid ibn Walid y Sad ibn Abi Waqqas. Bizancio fue conquistado después por el gobernante otomano Sultán Mehmet el Conquistador.
• Adiy ibn Jatam relata: “Un día, la gente se quejaba de la pobreza, de la privación y de los peligrosos caminos del desierto en la presencia del Mensajero de Allah”. Él contestó: “Vendrá un día en el que una mujer viajará sola desde Sanaa hasta Hadramut y sólo temerá a Allah. Vendrá un día y los tesoros de Kisra serán distribuidos entre vosotros. Vendrá un día en que la gente buscará a alguien para pagar el zakat, pero no servirá de nada”. Cuando él predijo esto, los miembros de la tribu Tayy solían atacar a los viajeros y Persia vivía sus días más esplendorosos. Sin embargo, he sido testigo de que los dos primeros se hicieron realidad y espero que el tercero también resulte serlo.[10]
Adiy no pudo vivir bastante para ver que la tercera predicción también se hizo realidad. Sin embargo, un poco después de su muerte, durante el califato de Omar ibn Abd al-Aziz la gente se enriqueció de tal manera que no se podía encontrar a nadie para ofrecerle el zakat en todas las tierras del estado musulmán. Su estándar de vida era muy alto y no había desequilibrio en la distribución de la riqueza.
• Mientras la Mezquita del Profeta se construía en Medina, todo el mundo, incluso el Mensajero de Allah, trabajaba para completarla lo más rápidamente posible. Unos moldeaban ladrillos secados al sol, y otros los transportaban al lugar de la construcción. Mientras tanto, Ammar ibn Yasir, uno de los primeros musulmanes, se acercó al Mensajero de Allah y, probablemente para despertar su amor y afecto, dijo: “¡Mensajero de Allah! Han cargado sobre mí dos ladrillos secados al sol”. El Mensajero de Allah sonrió y frotando el polvo de la cara de Ammar, le dijo que él sería martirizado: “¡Es una lástima!-¡Buenas nuevas para ti!, según otra versión-”, “¡Ammar! Un grupo rebelde te matará”.[11] Ammar fue martirizado aproximadamente cuarenta años más tarde en la Batalla de Siffin por los seguidores de Muawiya.
• El Mensajero de Allah distribuía el botín de una guerra cuando un hombre de rasgos mongoles le pidió ser justo en la distribución. A esta impertinencia, el Mensajero de Allah preguntó: “¿Quién más mostrará justicia si yo no soy justo? Si no muestro justicia, entonces me he perdido y me he malogrado”. Según otra versión, él dijo: “Si no soy justo, entonces,-siguiendo mi ejemplo-vosotros-la gente-estáis perdidos y envilecidos”.[12]
Omar estaba furioso con este hombre, y exigió que el Mensajero del Allah le permitiera “cortar la cabeza de este hipócrita”. Pero el Mensajero sólo dijo: “En el futuro, aparecerá un grupo con caras redondeadas, de ojos almendrados, y narices chatas-como este hombre-. Ellos recitarán tanto el Corán que, al comparar su recitación con la vuestra, la vuestra os parecerá peor. Sin embargo, lo que ellos recitan no les hará mella. Dejarán la religión como sale una flecha de un Arca. Habrá, además, un lunar grande en el brazo de uno de ellos”. [13]
Los años pasaron, y apareció un grupo llamado los jariyíes. Teniendo estas mismas características, y basándose en una interpretación equivocada del Corán, se rebelaron. El Califa Ali los encontró y derrotó en Nahrawan. Un cadáver con un un lunar grande en el brazo fue recogido por Ali. Este acontecimiento, además de la confirmación de la veracidad y Profecía del Profeta Muhammad, cumplió otra predicción: “¡Ali! He luchado por la transmisión del Corán; tú lucharás contra su mala interpretación”. [14]
• Un día el Mensajero de Allah dormía en casa de Umm Haram, su tía adoptiva. Él se despertó sonriendo. Umm Haram preguntó por qué estaba tan contento, y él contestó: “Soñé que, como reyes sentados sobre tronos, un grupo de musulmanes se embarcaba y marchaba a la guerra”. Umm Haram le pidió rogar para que ella fuera incluida en este grupo. Él rogó, y dijo: “Tú estarás entre ellos”. [15] Los años pasaron. Durante el califato de Muawiya, los musulmanes hicieron la guerra a Chipre. Umm Haram estaba en el ejército acompañando a su marido Ubada ibn Samit. Ella murió allí, y su tumba es visitada desde entonces.
• Bujari y Muslim relatan de Usama: Un día yo estaba con el Mensajero de Allah sobre el tejado de una casa alta de Medina. Él echó un vistazo a su alrededor y me dijo: “Puedo ver acontecimientos sediciosos y conflictos internos diluviando entre vuestras casas”.[1]
Omar temía que el desorden y la sedición pudieran aparecer en la comunidad musulmana. Un día, durante su califato, Omar preguntó sobre estas amenazas a Huzayfa ibn al-Yemeni a quien el Mensajero había revelado cosas secretas tales como hechos del futuro y quiénes eran los Hipócritas. Él respondió: “No tienes nada que temer. Hay una puerta entre tú y ellos”. Omar preguntó si la puerta se abriría o sería echada abajo. Cuando Huzayfa respondió que la puerta sería derribada Omar exclamó: “Entonces, nunca se cerrará otra vez”. Omar era la puerta entre la Umma y la sedición.[2] Después de que él muriera apuñalado por un traicionero esclavo persa, la comunidad musulmana recibió un golpe mortal. Desde ese día, el mundo musulmán ha sufrido la discordia y la sedición.
• Bujari y Abu David citan a Habbab ibn Arat: Durante los días de sufrimiento y tortura en La Meca, fui a ver al Mensajero de Allah mientras descansaba a la sombra de la Kaba. Yo era todavía un esclavo, y los mequíes me castigaban con severidad. No podía soportarlo más y le pedí que suplicara a Allah su ayuda y salvación. Pero él volvió la mirada hacia mí y me dijo: “Juro por Allah que las comunidades anteriores soportaron mucho más que esto. Obligaron a algunas personas a tenderse en zanjas y luego fueron cortadas por la mitad. Esto no les hizo abandonar su fe. Fueron degollados vivos, pero nunca se hicieron débiles contra el enemigo. Allah perfeccionará esta religión, pero vosotros sois impacientes. Vendrá un día en que una mujer viajará sola desde Sanaa hasta Hadramut y no temerá nada más que a las bestias salvajes. Sin embargo, aún no tenéis paciencia”.
Habbab concluyó: “Juro por Allah que lo que el Mensajero de Allah había predicho ese día se hizo realidad. Fui personalmente testigo de todo ello”.[3]
• Durante su última enfermedad, el Mensajero de Allah llamó a su hija Fátima a la cabecera de su cama. Él le susurró algo al oído, y ella se echó a llorar. Él la llamó otra vez y le susurró algo más. Esta vez ella demostró gran alegría. Aisha, al verlo, le preguntó a Fátima sobre ello. Al principio, Fátima dijo: “Es un secreto que pertenece al Mensajero de Allah”. Pero después de la muerte del Profeta, Fátima le dijo: “La primera vez que dijo que él moriría de aquella enfermedad, me hizo llorar amargamente. Entonces él dijo que yo sería el primer miembro de su familia en reunirse con él después de su muerte, y esto me hizo muy feliz”. El Profeta murió de aquella enfermedad y Fátima se reunió con él tras su muerte seis meses más tarde. La muerte del Mensajero de Allah la emocionó tan profundamente que ella misma expresó su pena en los siguientes versos[4]:
¿Qué necesita más quien ha olido la tierra de la tumba de Muhammad?¿Alguien necesita realmente el olor de algo más?He sido golpeado por infortunios tales,que si hubieran caído sobre los días,se habríanconvertido en noches.
• Como se dice en la mayor parte de los seis libros auténticos del Hadiz, un día el Mensajero de Allah, cuando estaba sobre el púlpito abrazó a su nieto Hasan y declaró: “Este hijo mío es noble. Espero que Allah reúna a su alrededor a dos grandes anfitriones de los musulmanes”.[5] Hasan sí era una persona noble. Aproximadamente treinta y cinco años después de esta predicción, renunció al califato en favor de Muawiya, demostrando así la veracidad de su noble abuelo.
• Un día el Mensajero puso su mano sobre la cabeza de Abdallah ibn Busr y dijo: “Este muchacho vivirá cien años, y estas verrugas de su cara desaparecerán”.[6] Abdallah vivió cien años y murió sin verrugas en la cara.
Como queda referido en casi todos los libros del Hadiz y de la biografía del Profeta, los musulmanes hicieron una zanja alrededor de Medina durante la Batalla de la Zanja. El Profeta participó en este trabajo y de vez en cuando rogaba para levantar la moral a sus Compañeros: “¡Oh Allah! La verdadera vida es la vida del Más Allá, así que perdona a los Ayudantes y los Muhayirun-los Ayudantes y los Emigrantes-”.[7] Sus Compañeros respondían con entusiasmo: “¡Oh Allah! Si no existieran Tu ayuda y Tu gracia, no podríamos encontrar el Camino Recto, pagar el zakat y hacer el salat. ¡Envíanos serenidad y haznos mantenernos firmes si nos encontramos con el enemigo!”[8]
Mientras hacían la zanja, una roca enorme quedó al descubierto. Los Compañeros no pudieron quitarla y llamaron al Mensajero de Allah. Él vino con una palanca y una piqueta y empezó a romperla. Cada golpe produjo una chispa y por la inspiración de Allah, predijo una conquista futura: “Me han sido dadas las llaves de Bizancio; otorgadas me han sido las llaves de Persia; también me han sido concedidas las llaves de Yemen”[9] y siguió así. Veinte años más tarde Persia y grandes extensiones del Imperio Bizantino pasaron a manos de los musulmanes, gracias al brillante liderazgo de Jalid ibn Walid y Sad ibn Abi Waqqas. Bizancio fue conquistado después por el gobernante otomano Sultán Mehmet el Conquistador.
• Adiy ibn Jatam relata: “Un día, la gente se quejaba de la pobreza, de la privación y de los peligrosos caminos del desierto en la presencia del Mensajero de Allah”. Él contestó: “Vendrá un día en el que una mujer viajará sola desde Sanaa hasta Hadramut y sólo temerá a Allah. Vendrá un día y los tesoros de Kisra serán distribuidos entre vosotros. Vendrá un día en que la gente buscará a alguien para pagar el zakat, pero no servirá de nada”. Cuando él predijo esto, los miembros de la tribu Tayy solían atacar a los viajeros y Persia vivía sus días más esplendorosos. Sin embargo, he sido testigo de que los dos primeros se hicieron realidad y espero que el tercero también resulte serlo.[10]
Adiy no pudo vivir bastante para ver que la tercera predicción también se hizo realidad. Sin embargo, un poco después de su muerte, durante el califato de Omar ibn Abd al-Aziz la gente se enriqueció de tal manera que no se podía encontrar a nadie para ofrecerle el zakat en todas las tierras del estado musulmán. Su estándar de vida era muy alto y no había desequilibrio en la distribución de la riqueza.
• Mientras la Mezquita del Profeta se construía en Medina, todo el mundo, incluso el Mensajero de Allah, trabajaba para completarla lo más rápidamente posible. Unos moldeaban ladrillos secados al sol, y otros los transportaban al lugar de la construcción. Mientras tanto, Ammar ibn Yasir, uno de los primeros musulmanes, se acercó al Mensajero de Allah y, probablemente para despertar su amor y afecto, dijo: “¡Mensajero de Allah! Han cargado sobre mí dos ladrillos secados al sol”. El Mensajero de Allah sonrió y frotando el polvo de la cara de Ammar, le dijo que él sería martirizado: “¡Es una lástima!-¡Buenas nuevas para ti!, según otra versión-”, “¡Ammar! Un grupo rebelde te matará”.[11] Ammar fue martirizado aproximadamente cuarenta años más tarde en la Batalla de Siffin por los seguidores de Muawiya.
• El Mensajero de Allah distribuía el botín de una guerra cuando un hombre de rasgos mongoles le pidió ser justo en la distribución. A esta impertinencia, el Mensajero de Allah preguntó: “¿Quién más mostrará justicia si yo no soy justo? Si no muestro justicia, entonces me he perdido y me he malogrado”. Según otra versión, él dijo: “Si no soy justo, entonces,-siguiendo mi ejemplo-vosotros-la gente-estáis perdidos y envilecidos”.[12]
Omar estaba furioso con este hombre, y exigió que el Mensajero del Allah le permitiera “cortar la cabeza de este hipócrita”. Pero el Mensajero sólo dijo: “En el futuro, aparecerá un grupo con caras redondeadas, de ojos almendrados, y narices chatas-como este hombre-. Ellos recitarán tanto el Corán que, al comparar su recitación con la vuestra, la vuestra os parecerá peor. Sin embargo, lo que ellos recitan no les hará mella. Dejarán la religión como sale una flecha de un Arca. Habrá, además, un lunar grande en el brazo de uno de ellos”. [13]
Los años pasaron, y apareció un grupo llamado los jariyíes. Teniendo estas mismas características, y basándose en una interpretación equivocada del Corán, se rebelaron. El Califa Ali los encontró y derrotó en Nahrawan. Un cadáver con un un lunar grande en el brazo fue recogido por Ali. Este acontecimiento, además de la confirmación de la veracidad y Profecía del Profeta Muhammad, cumplió otra predicción: “¡Ali! He luchado por la transmisión del Corán; tú lucharás contra su mala interpretación”. [14]
• Un día el Mensajero de Allah dormía en casa de Umm Haram, su tía adoptiva. Él se despertó sonriendo. Umm Haram preguntó por qué estaba tan contento, y él contestó: “Soñé que, como reyes sentados sobre tronos, un grupo de musulmanes se embarcaba y marchaba a la guerra”. Umm Haram le pidió rogar para que ella fuera incluida en este grupo. Él rogó, y dijo: “Tú estarás entre ellos”. [15] Los años pasaron. Durante el califato de Muawiya, los musulmanes hicieron la guerra a Chipre. Umm Haram estaba en el ejército acompañando a su marido Ubada ibn Samit. Ella murió allí, y su tumba es visitada desde entonces.
[1] Bujari, “Fada’il al-Medina,” 8; Muslim, “Fitan,” 9.
[2] Bujari, “Sawm” 3; Muslim, “Fitan,” 27.
[3] Bujari, “Manaqib” 22; Abu David, “Yihad” 97.
[4] Ibn Maya, “Yana’iz,” 65; Muslim “Fada’il al-Sahaba,” 15; Ibn Hanbal, 3:197. Bujari, “Maghazi” 83; Zahabi, “Siyer-u A’lami’n Nubela,” 2:134.
[5] Bujari, “Sulh” 9; Ibn Hanbal, 5:49.
[6] Hayzami, Al-Mayma’ al Zawa’id, 9:404-5.
[7] Bujari, “Manaqib al-Ayudantes” 39; Muslim, “Yihad” 127.
[8] Bujari, “Maghazi” 29; Muslim, “Yihad” 123-125.
[9] Ibn Kazir, Al-Bidaya, 4:116; Ibn Hanbal, 4:303; Ibn Hisham, Sira, 3:230.
[10] Bujari, “Manaqib” 22.
[11] Bujari, “Salat” 63; Muslim, “Fitan,” 70, 72, 73; Ibn Hanbal, 12:161,164.
[12] Bujari,”Adab” 95; Muslim, “Zakat” 142; Ibn Hanbal, 3:56.
[13] Bujari,”Adab” 95; Muslim, “Zakat” 142; Ibn Hanbal, 1:356.
[14] Ibn Hanbal, 3:82.
[15] Bujari,”Yihad” 3:8; Muslim, “Imara” 160-61.
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