domingo, 2 de diciembre de 2007

Eliminando dudas

Algunos versículos coránicos parecen reprender a ciertos profetas o hablan de la posibilidad de que un Profeta pueda pecar, según la definición común de la palabra. Antes de clarificar los ejemplos específicos, sería más apropiado absolver a los Profetas de esas acusaciones.
El Génesis 19:30-38 expone que las hijas del Profeta Lot le hicieron beber para que las dejara embarazadas. Una acusación así contra un Profeta está muy lejos de la creencia. La gente de Lot-Sodoma y Gomorra-fue destruida por su inmoralidad sexual. Incluso la Biblia dice que sólo se salvaron Lot y sus hijas por su fe, buenas acciones y decencia. ¡Este “supuesto” pecado del Profeta es peor que el pecado de otras personas por el cual Allah los destruyó!
En el Génesis 38:15-18, Judas,[1] un hijo de Jacob, se supone que tuvo relaciones sexuales con su nuera. Esa mujer, dio a luz a unos niños gemelos. Algunos de los Profetas israelitas fueron su descendencia. El Génesis 49:4 también alega que el otro hijo de Jacob, Rubén, dormía con la mujer de su padre-su madrastra-.
Ninguno de los hijos de Jacob, a los que el Corán menciona como los “nietos” cuyos caminos deben ser seguidos, ni sus mujeres se habrían comportado de esa manera.[2] Nuestro Profeta declaró explícitamente que no hay ni un sólo caso de fornicación en su linaje desde Adán,[3] y que todos los Profetas son hermanos del mismo padre.[4] Nuestro Profeta es un descendiente de Abraham, como también lo eran Judas y los otros Profetas israelitas. ¿Y cómo podría ser alguno de ellos el resultado de una unión sexual impropia?
En Samuel 2:11 anota que el Profeta David se enamoró de la mujer de un comandante y cometió adulterio con ella. Según la Biblia, después mandó a su marido a primera línea de combate, y después de su muerte, se casó con ella.
David es un Profeta a quien se le dio una Escritura Divina-los Salmos-y es elogiado en el Corán por su sinceridad y su profunda devoción hacia Allah.
Ten paciencia con lo que dicen, y recuerda a Nuestro siervo David, el que había sido dotado de fortaleza; es cierto que él siempre se dirigía a su Señor con devoción y sumisión sinceras. Hicimos a las montañas elevar Nuestras alabanzas al unísono con él al amanecer y al anochecer. Y las aves reunidas en asambleas se dirigían a Él con profunda devoción. Fortalecimos su reino y le dimos sabiduría y un juicio certero-tanto en sus discursos como en sus decisiones-(38:17-20).
A pesar de ser un rey, vivió una vida sencilla trabajando. Estaba tan consciente de la existencia de Allah que lloraba mucho y ayunaba cada dos días. Nuestro Profeta recomendó este tipo de ayuno a algunos Compañeros que le preguntaron por el modo más eficaz del ayuno supererogatorio.[5] ¿Un Profeta tan noble podría cometer adulterio con una mujer casada y casarse con ella habiendo premeditado la muerte de su marido?
En la I de Reyes 11:1-8, a pesar de la orden de Allah: No debéis contraer matrimonio con los paganos, porque estos últimos seguramente van a tornar vuestros corazones hacia sus dioses al Profeta Salomón se le acusa de casarse con mujeres extranjeras que pertenecían a naciones paganas y de seguir a sus dioses e ídolos. ¿Es posible que un Profeta sea capaz de cometer un pecado tan grave como seguir los ídolos y deidades de otras tribus?
Si el Corán no hubiera sido revelado, no podríamos estar seguros acerca de si los Profetas anteriores eran sinceros, devotos y siervos agradecidos a Allah. El Corán libera a Jesús de la deificación equivocada de sus seguidores y de la negación de su propia gente a su misión profética y explica que Allah no tiene hijos. También absuelve a los Profetas tanto israelitas como no de sus supuestos “pecados” mencionados en la Biblia. Presenta a Jesús como un espíritu de Dios emanado en la Virgen Maria, a Abraham como un amigo íntimo de Allah, a Moisés como alguien que habló con el Todopoderoso y a Salomón como un rey y un Profeta que se dirigía a Él humildemente.
¡Señor! Anímame a agradecerte las mercedes con las que me has favorecido a mí, al igual que a mis padres, y a que actúe con una rectitud que sea de Tu beneplácito, e inclúyeme en Tu misericordia y tus siervos justos (27:19).
Salomón nunca adoró a los ídolos ni cometió ningún pecado. A pesar de ser el rey más grande y poderoso que jamás haya existido fue un humilde siervo de Allah hasta su muerte.
Muchas otras aseveraciones como estas son igualmente impo­sib­les de aceptar. Por ejemplo: la Biblia alega que el Profeta Isaac, aunque quería bendecir a su hijo mayor Isaías, bendijo equivoca­da­men­te a Jacob, engañado por su mujer Rebeca (Génesis 27). La Biblia también alega que el Profeta Jacob luchó contra Allah que se le apareció en forma humana (Génesis 32:24-30).
Ejemplos individuales. Una pequeña minoría de eruditos musulmanes han afirmado que los Profetas pueden haber cometido pecados sin importancia (zalla: error o lapso). Para demostrar su aseveración citan algunos ejemplos de las vidas de Adán, Noé, Abraham y José.
Antes de entrar en detalles sobre esto, hay que darse cuenta de que hay gran diferencia entre las definiciones de lapsus y pecado. Pecado, por ejemplo, significa desobediencia a los mandamientos de Allah. Cuando los Profetas se enfrentaban con preguntas que no podían contestar, tendían a esperar una Revelación. Sin embargo, como eran los muytahids más importantes (juristas de alto rango que pueden deducir leyes de los principios establecidos por el Corán y la Sunna) en muy pocas ocasiones usaron su propia razón para decidir sobre los asuntos. Pueden haber errado en sus juicios o decisiones, pero tales equivocaciones, corregidas inmediatamente por Allah, no son pecados.
Además, los Profetas siempre buscaban el amor de Allah e intentaban obtener lo que era mejor. Si, por alguna razón, no pudieran conseguir la excelencia esforzándose en ello, que es algo poco común, eso no significaría que hubieran pecado. Por ejemplo: imaginaos que debéis decidir si hay que recitar el Corán en 10 días prestando atención a cada verso, o recitarlo en siete días para expresar tu amor profundo por la Palabra de Allah. Si elegís la primera opción sin saber que el mayor placer de Allah está en la segunda, no podríais ser considerados culpables de pecado. De este modo, el juicio de un Profeta al considerar lo que es mejor, incluso en el caso de que no fuera la mejor elección, no es un pecado. Sin embargo, debido a su posición ante Él, Allah podría amonestárselo a veces suavemente.
Ahora, vamos a dilucidar ejemplos individuales de las vidas de algunos Profetas:
Adán: Adán estaba en el Jardín antes de su vida terrenal. Mientras estaba allí, Allah les dijo a él y a su mujer Eva que no comieran de la fruta de un árbol determinado. Ellos Le desobede­cieron en este mandato y entonces fueron expulsados del Jardín del Paraíso y se les ordenó vivir en la Tierra.
Aunque los comentaristas coránicos difieren en lo que era la fruta prohibida, fue probablemente la inclinación humana hacia el sexo opuesto. Satán se aprovechó de Adán y Eva, diciendo que aquel era un árbol de eternidad y de un reino que nunca caerá en decadencia, la fruta prohibida para ellos (20:120). Probablemente sabiendo que eran mortales, Adán y Eva habrían deseado la eternidad a través de sus descendientes porque es un deseo inherente a las personas. Esto también se puede deducir de:
Satán les susurró, poniéndoles de manifiesto lo que les estaba oculto a sus vergüenzas, diciéndoles: “Vuestro Señor os ha prohibido este árbol sólo para evitar que seáis ángeles e inmortales”. Les aseguró jurándoles: “Realmente soy un consejero para vosotros”. Y los sedujo con engaños. Y una vez hubieron probado del árbol, se les hicieron manifiestas sus vergüenzas y comenzaron a cubrirse con hojas del Jardín... (7:20-22).
Aunque aceptemos lo que hizo Adán como un lapsus, es muy difícil considerar eso como una desobediencia intencionada o una sublevación contra Allah, lo que puede ayudarnos a entender que los Profetas se puedan equivocar. En primer lugar, Adán no era un Profeta mientras estaba en el Jardín. En segundo lugar, este lapsus no era resultado de una desobediencia deliberada sino simplemente un tipo de mala memoria. Sobre esto el Corán dice: Ya hicimos antes un pacto con Adán, pero lo olvidó y no encontramos en él una firme resolución (20:115).
Los pecados cometidos por el olvido no son tomados en cuenta en el Más Allá. El Profeta dijo: “Mi comunidad está exenta de ser cuestionada por olvidarse, por errores no deliberados y por algo que sean obligados a hacer”.[6] El Corán nos enseña este rezo: ¡Señor nuestro! No nos tomes en cuenta si olvidamos o caemos en el error (2:286).
Adán no tuvo este lapsus deliberadamente. Aunque algunos han entendido de este verso la carencia de determinación de Adán en cumplir su pacto con Allah, el contexto no permite una interpretación así. Adán y Eva regresaron inmediatamente después de su error junto a Allah mostrando arrepentimiento sincero y suplicándoLe: ¡Señor nuestro! Hemos sido injustos con nosotros mismos y si no nos perdonas y no tienes misericordia de nosotros, estaremos entre los perdidos (7:23).
El destino tuvo un importante lugar en el lapsus de Adán. Allah lo había destinado para que fuera Su virrey sobre la Tierra, incluso antes de su creación y establecimiento en el Jardín. Esto es explícito en el Corán:
Y cuando tu Señor le dijo a los ángeles: “Voy a poner en la tierra a un representante Mío”. Dijeron: “¿Vas a poner en ella a quien extienda la corrupción y derrame sangre mientras que nosotros Te glorificamos con la alabanza que Te es debida y declaramos Tu absoluta pureza?” A lo que respondió: “Yo sé lo que vosotros no sabéis” (2:30).
El Mensajero de Allah también señala esa verdad en un hadiz:
Adán y Moisés se encontraron en el Cielo. Moisés le dijo a Adán: “Eres el padre de la humanidad, pero tú nos hiciste salir del Cielo y descender a la Tierra”. Adán le contestó: “Tú eres la persona a quien Allah se dirigió directamente. ¿No viste esa frase en la Torah: Adán había sido destinado a comer de la fruta 40 años antes de que lo hiciera?”
Después de informar sobre este encuentro, el Mensajero de Allah dijo tres veces: “Adán hizo callar a Moisés”.[7]
La vida de Adán en el Jardín y su prueba eran prerrequisitos que él tenía que cumplir antes de su vida terrenal. Él lo hizo. Siendo elegido y salvado de la ciénaga del pecado y la desviación, fue hecho Profeta y honrado con ser el padre de miles de Profetas, incluso del Profeta Muhammad, y millones de santos: Luego su Señor lo escogió, se compadeció de él y lo guió (20:122).
Noé. El Profeta Noé llamó a su gente a abrazar la religión de Allah durante 950 años. Cuando ellos persistieron en su incredulidad y continuaron con sus fechorías, Allah le ordenó construir el Arca. Después de completar su tarea, Noé colocó ahí, según el mandato de Allah, a un varón y una hembra de cada especie animal, a todos los miembros de su familia-excepto a los que Allah ya había dicho que castigaría-y a los creyentes (11:40).
Cuando el Arca estaba flotando en las altas olas, Noé vio que uno de sus hijos no había embarcado en el Arca. Lo llamó pero su hijo no tuvo en cuenta su llamada diciendo: Me refugiaré en una montaña que me librará del agua (11:43). Cuando Noé vio a su hijo ahogándose, llamó a Allah: ¡Señor mío! Mi hijo es parte de mi familia, Tu promesa es verdadera y tú eres el más justo de los jueces (11:45). Allah contestó: Noé, él no es de tu familia y sus obras no son rectas; no me preguntes por aquello de lo que no tienes conocimiento. Te advierto para que no estés entre los ignorantes (11:46).
Algunos eruditos consideraron el llamamiento de Noé como un pecado. Sin embargo, es muy difícil estar de acuerdo con ellos. Noé se menciona en el Corán como uno de los cinco Profetas más importantes, y se describe como decidido y firme. Él creía que su hijo era creyente.
Se sabe muy bien que la religión de Allah nos pide clasificar a las personas según su apariencia externa. Por lo tanto, los que se precian de ser creyentes y parecen practicar las obligaciones religiosas primor­diales (p.ej. las oraciones prescritas y dar limosna) son conside­rados como creyentes. Es por ello por lo que el Profeta Muhammad trató a los hipócritas como si fueran musulmanes. Por lo visto, el hijo de Noé ocultó su incredulidad hasta el Diluvio, y por ello fue el mismo Noé quien rezó de antemano a Allah diciendo: ¡Señor mío! Perdóname a mí, a mis padres y a todo aquel que entre creyente en mi casa, así como a todos los creyentes. Y garantiza que los pecadores no serán favorecidos sino destruidos (71:28).
Allah aceptó su petición y le dijo que se embarcara en el Arca junto con su familia, salvo aquellos que merecían un castigo por su insistencia deliberada en la incredulidad. La mujer de Noé estaba entre los que se ahogaron. Noé no le pidió a Allah que la salvara, porque él también sabía que ella no era creyente. Debía haber pensado que su hijo lo era. Por eso, se sintió obligado a expresar, de una manera apropiada para un Profeta, su asombro ante el hecho de que Allah lo dejara ahogarse. Es por eso que Allah le contestó como lo hizo (11:46).
Noé, como los demás Profetas, era de buen corazón y bondadoso. Cada Profeta se sacrificó por el bien de la humanidad e hizo grandes esfuerzos para guiar a la gente hacia la verdad y la felicidad verdadera en los dos mundos. A cerca del comportamiento del Pro­fe­ta Muhammad a este respecto, Allah dice: Y tal vez te vayas a con­sumir de pena en pos de ellos si no creen en este Mensaje (18:6).
Noé llamó sin cesar a su gente durante 950 años. Es normal para un Profeta, para un padre, decepcionarse cuando se entera de que su hijo está entre los infieles y que ha sido condenado a un castigo en ambos mundos. Pero como Allah es el Más Justo y Más Compasivo, Noé volvió inmediatamente a Él y buscó refugió en Él, porque debería preguntarLe sobre lo que no tenía conocimiento por sí mismo:
¡Señor mío! Busco refugio en Ti para no pedir cosas sobre las que no tengo conocimiento; si no me perdonas y tienes misericordia de mí estaré perdido (11:47).
Abraham. Abraham, “el íntimo amigo de Allah”, era uno de los grandes Profetas. El Mensajero de Allah se enorgullecía de su conexión con él diciendo: “Soy aquel por cuya llegada Abraham imploró y del que Jesús dio buenas nuevas y recuerdo a mi antepasado Abraham más que a nadie”.[8] Fue arrojado al fuego por su fe en un sólo Dios, y el fuego, por Voluntad y Poder de Allah, se enfrió y se convirtió en un medio de salvación para él.
Como todos los Profetas, Abraham nunca había pensado en adorar a otro que no fuera Allah. A pesar de esa realidad, se han propagado varias historias erróneas y falsas en algunos comentarios coránicos. Éstas proceden de la incorrecta interpretación del versículo siguiente:
Y cuando cayó sobre él la noche, vio un astro y dijo: “Este es mi Señor”, pero cuando desapareció, replicó: “No amo lo que se desvanece.” Y cuando vio que salía la luna, dijo: “Este es mi Señor.” Pero al ver que desaparecía, pensó: “Si mi Señor no me guía seré uno de los extraviados”. Y cuando vio el sol naciente, dijo: “Este es mi Señor pues es mayor”, pero cuando se ocultó, exclamó: “¡Oh mi gente, me he liberado de todo lo que identificáis con Allah! He dirigido mi rostro a Quien ha creado los cielos y la tierra y no soy de los que identifican las cosas con Allah” (6:76-79).
Estos versículos demuestran claramente que Abraham intentó convencer a su gente de que ningún cuerpo celeste podría ser Dios. Abraham vivió entre los caldeos del Norte de Mesopotámia, unas personas que conocían los principios de la astronomía y el movimiento de los astros en el firmamento, a los cuales adoraban y además de otros ídolos también. Abraham primero discutió con su padre diciéndole que ningún ídolo merecía ser adorado: Cuando Abraham le dijo a su padre Azar: ¿Tomas a unos ídolos por divinidades? Te veo a ti y a los tuyos en un claro extravío”(6:74).
Como Azar era el escultor local de ídolos, Abraham empezó su misión oponiéndose a él. Después, buscó cómo guiar a su gente a la verdad. Como tenían grandes conocimientos sobre los cuerpos celestes, Allah le informó sobre estos asuntos y le hizo ver varias realidades metafísicas ocultas para que así consiguiera tener una certeza absoluta en la creencia y convenciera a su gente sobre su desviación:
Así fue como mostramos a Abraham el dominio de los cielos y de la tierra para que fuera de los que saben con certeza (6:75).
Mientras viajaba en las mentes y los corazones a través de los cuerpos celestes, Abraham empezó a decir a su gente que un astro no podría ser Dios porque se desvanecían. Aunque los supersti­ciosos pudieran interpretar cosas y atribuirles influencia a los astros, el conocimiento verdadero demuestra que surgen y se establecen según las leyes establecidas por Allah, y que su luz desaparece de nuestra vista cuando cae la noche. Entonces, ¿por qué alguien adoraría a los astros?
Su segundo paso en esta analogía era demostrar que la luna, a pesar de parecer más brillante y más grande que una estrella, no podría ser Dios porque ella también ha sido dispuesta como una estrella, cambia su forma cada hora y depende de otros cuerpos celestes para su luz. En este punto, Abraham declaró claramente que él había sido dirigido por su Señor y los que no adoraban sólo a Él se perderían.
La última analogía de Abraham demuestra que no se puede adorar al sol como a Allah, porque a pesar de su tamaño y luz, él también desaparece de la vista. Así que adorar a los fenómenos creados es una auténtica locura. Después de rechazar la adoración en la creación, Abraham declaró su fe:
He dirigido mi rostro a Quien ha creado los cielos y la tierra y no soy de los que le asocian compañeros (6:79).
Así que es un gran error deducir de este versículo que Abraham confundió los cuerpos celestes como Dios en las tempranas etapas de su vida.
El segundo lapsus atribuido a Abraham es que él llamó a Allah para que le mostrara cómo resucitar a los muertos. Acerca de eso el Corán dice:
Y cuando Abraham dijo: “¡Señor mío! Déjame ver cómo resucitas lo que está muerto”. Allah preguntó: “¿Acaso no me crees?” Respondiendo Abraham: “Por supuesto que sí, pero es para que mi corazón se tranquilice” (2:260).
En un hadiz, el Mensajero de Allah dice que setenta mil velos separan a Allah de los seres humanos. Esto implica que nuestro viaje hacia Él es interminable y que las personas tienen diferentes grados de conocimiento y entendimiento así como varias capacidades para satisfacerlos tanto espiritual como intelectualmente. Como Allah es Infinito, Ilimitado en Sus Atributos y Nombres, cada individuo sólo puede obtener algún conocimiento sobre Él y conseguir un grado de satisfacción-según su capacidad-.
Abraham tenía una de las capacidades humanas más grandes y por eso necesitaba aumentar el conocimiento sobre Allah cada día para conseguir la satisfacción espiritual completa. Los Profetas, como los demás seres humanos, estaban en un constante proceso de crecimiento espiritual e intelectual. Considerando cada etapa previa de creci­miento insuficiente, perseguían incesantemente niveles superiores de convicción. Por eso, el Mensajero de Allah le pedía perdón a Él cien veces al día y le suplicaba con frecuencia diciendo:
Alabado seas Tú, nosotros no sabemos de Ti tanto como Tu conocimiento requiere, ¡Oh el Conocido! Alabado seas Tú, nosotros no te hemos adorado tanto como requiere Tu adoración, ¡Oh El Adorado!
Una vez Muhyiddin ibn Arabi vio a Mevlana Jalaluddin Rumi le preguntó: “¿Quién es más grande: el Profeta Muhammad que dice ‘Alabado seas Tú, nosotros no te hemos conocido tanto como requiere Tu conocimiento, ¡Oh el Conocido!’” o Bayazid al-Bastami, que dice-en un momento de éxtasis-“Alabado sea yo, ¡qué superior soy!”? La respuesta de Mevlana también contesta a los que intentan encontrar falta en la vida de Abraham: “Ambas palabras demuestran la grandeza de nuestro Profeta. El corazón o el alma del Mensajero de Allah es como un océano, tan profundo y enorme que no se podría satisfacer. Pero en comparación el alma de Bayazid es como un jarro-fácil de llenar y rápido en desbordarse”.[9]
Para eliminar cualquier duda posible sobre la convicción de Abraham, una vez el Mensajero de Allah dijo: Si la convicción de Abraham contuviera una duda, nosotros estaríamos más predispuestos a dudar que él [10]
Toda la vida de Abraham fue una lucha constante contra la incredulidad y el politeísmo. Sólo en tres ocasiones usó alusiones. En otras palabras, llamaba la atención de su público hacia otras cosas, haciendo referencias indirectas a la verdad. Lo hacía para evitar el acoso o explicar una verdad religiosa en términos simples. Sin embargo, algunos eruditos consideran estas alusiones como mentiras, por eso debemos aclararlas aquí.
La primera alusión: Cuando su gente le pidió que participara en sus celebraciones religiosas, lanzó una mirada a las estrellas y dijo que estaba enfermo.
Abraham no estaba enfermo físicamente, pero la profunda pena por la falsedad con la que estaba vinculada su gente llenaba su mente y su alma. Era imposible para él adorar a los ídolos, él había sido elegido para destruirlos. Una vez, para no participar en sus ceremonias les dijo que estaba enfermo y después de que ellos se marcharan destrozó sus ídolos. Esto no resultó ser falso, porque sus ídolos y su idolatría le ponían enfermo realmente. Es por eso que hizo lo que hizo. El Corán lo elogia por eso:
Entre los que siguieron el camino de Noé estaba Abraham. Se presentó ante su Señor con un corazón puro y limpio. Y dijo a su padre y a su gente: “¿Qué es lo que estáis adorando? ¿Buscáis dioses más allá de Allah? ¿Y cuál es entonces vuestra opinión del Señor de los mundos?” Y lanzó una mirada a las estrellas y dijo: “Realmente estoy enfermo”. Entonces se apartaron de él dándole la espalda. Se dirigió a sus dioses y dijo: “¿Por qué no coméis–de las ofrendas ante vosotros-? ¿Por qué no habláis?” Entonces fue sigilosamente hacia ellos golpeándolos con fuerza–y destruyéndolos-(37:83-93).
La segunda alusión: Abraham usa la ironía para convencerlos.
Es verdad que anteriormente le concedimos a Abraham la rectitud; y estábamos bien informados sobre él. Le preguntó a su padre y a su gente: “¿Qué son estas imágenes a las que dedicáis-tan asiduamente-vuestra adoración?” Ellos contestaron: “Encontramos a nuestros padres adorándolas”. Él dijo: “Realmente vosotros y vuestros padres estáis en un evidente extravío-de la verdad-”. Ellos dijeron: “¿Nos traes la verdad o estas bromeando con nosotros?” Él contestó: “Muy al contrario. Vuestro Señor es el Señor de los Cielos y de la Tierra, Él es quien los ha creado. Y yo soy uno de los que dan testimonio de ello-a esta verdad-. Por la gracia de Allah, tengo un plan para vuestros ídolos una vez que hayáis dado la espalda”. Entonces los hizo pedazos con excepción de uno grande que tenían, para que así pudieran volver su atención hacia él. Dijeron: “¿Quién ha hecho esto a nuestros dioses? Ciertamente es un injusto el culpable”. Dijeron: “Hemos oído a un joven referirse a ellos, le llaman Abraham”. Dijeron: “Traedlo a la vista de todos, quizás pueda atestiguar”. Preguntaron: “¿Eres tú el que has hecho esto con nuestros dioses, Abraham?” Y contestó: “No, él lo hizo, éste, el mayor de ellos. ¡Preguntadles, si es que pueden hablar!” (21:51-63)
Algunos consideran la última respuesta de Abraham como una mentira. La verdad es que es sólo un ejemplo de ironía mordaz. Abraham quiso hacerle entender a su gente que los objetos no pueden hablar, hacerse ningún tipo de daño y que no son dignos de adorar. Tuvo tanto éxito en su intento que su gente, incapaz de negar su razonamiento, no tuvo más remedio que tirar sus ídolos al fuego para protegerlos.
Abraham no dijo que los ídolos habían sido destrozados por el más grande. Mirad con cuidado a su respuesta.
Él dijo: “Él lo hizo” y después paró–hay una interrupción significante en la lectura del versículo-y luego siguió: “¡Éste, el mayor de ellos!” Por eso, la frase Él lo hizo se refiere a alguien que destruyó a los ídolos, pero desviando la atención del público al mayor diciendo: ¡Éste, el mayor de ellos!
Una vez el Mensajero de Allah le dijo a una mujer mayor que los ancianos no iban a entrar en el Paraíso. Cuando vio que sus palabras la habían afligido profundamente, explicó su ironía: “Porque van a entrar como personas jóvenes”.[11]
La tercera alusión: Abraham y su mujer Sara.
En un hadiz y también en la Biblia (Génesis 20:2-14), leemos que Abraham quiso que su mujer les dijera a los que preguntaban que ella era su hermana y no su mujer.[12] Según la Biblia, Abraham lo hizo porque si supieran su verdadera identidad, la podrían haber matado. Esto no es una falsedad, porque como está declarado en el Corán, todos los creyentes son hermanos y hermanas.
En conclusión, Abraham nunca mintió, si lo hubiera hecho, habría sido reprochado por Allah. Sin embargo el Corán nunca menciona que Allah le reprochara por mentir. Por el contrario, en el Corán son mencionadas las alusiones donde Allah lo premia. Por esa razón la Tradición Profética acerca de esas alusiones no debería ser entendida literalmente.

[1] No es mencionado como Profeta en el Corán. Sin embargo, el Corán menciona a los hijos de Jacob como los nietos dignos de seguir. Aunque acusaron a José por envidia, deben haber corregido su camino después. Según la Biblia, no el Corán, algunos Profetas israelitas eran descendientes de Judas.
[2] Aunque los hijos de Jacob maltrataron a su hermano José por celos, deben haber corregido su camino.[3] Ibn Kazir, al-Bidaya, 2: 313-14.
[4] Bujari, “Anbiya”, 48; Muslim, “Fadail”, 144.
[5] Bujari, “Tahajjud” 7, “Sawm” 59; Muslim, “Siyam” 182.
[6] Para diferentes versiones del hadiz, vease, Bujari, “Hudud” 22; Abu David, “Hudud”, 17; Tirmizi, “Hudud” 1; Ibn Maja, “Talaq” 15,16.
[7] Bujari, “Tafsir” 3; Tirmizi, “Qadar” 2; Ibn Hanbal, 2:287,314.
[8] Muslim, “Iman”271.
[9] Mulla Jami, Nafahat al-Uns, 521.
[10] Bujari, “Anbiya” 11.
[11] Ibn Kazir, Shama’il, 84-85.
[12] Bujari, “Anbiya,” 8; Muslim, “Fada’il,” 154.

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